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Sobre las Guerras Medicas

Publicado en por Leoncio Yupanqui

GUERRAS MÉDICAS

 

Contenido

1 Antecedentes: la sublevación de Jonia

2 La Primera Guerra Médica

2.1 Maratón (septiembre, 490 a. C.)

2.2 Temístocles retoma el mando en Atenas

3 La Segunda Guerra Médica

3.1 «Tendréis toda la tierra y el agua que queráis»

3.2 Las Termópilas

3.3 Salamina

3.4 Fin de la Segunda Guerra Médica

3.5 Pentecontecia

4 La Tercera Guerra Médica

 

1. LAS GUERRAS MÉDICAS

Concepto.- Se llama de esta manera al enfrentamiento entre griegos y persas en los años 492 al 449 a.C. (siglo - V a.C.).

Fueron las guerras entre los griegos y los persas, a quienes los griegos llamaban “medos”, entre 495 – 429 a.C.  Su causa fue la ayuda de Atenas y Esparta a los griegos del Asia Menor quienes se sublevaron contra el rey Darío.

 

ANTECEDENTES: LA SUBLEVACIÓN DE JONIA

1.- Para poder entender las guerras medicas hay que ir a sus antecedentes, veamos los Libros V y VI de las Historia de Heródoto, Durante muchos siglos, las ciudades coloniales griegas del litoral de Asia Menor tuvieron pocas dificultades con los grandes estados del este. Los poderes de Babilonia y de Asiria nunca llegaron tan lejos hacia el oeste. Sin embargo, en la primera mitad del siglo VII a. C. un rey lidioGiges, atacó a las ciudades griegas tratando de extender su reino interior hacia el mar, provocando el desastre en la región de Jonia.

En el siglo VII a. C. las mismas se encontraban bajo la soberanía del reino de Lidia, si bien gozaban de cierta autonomía a cambio de pagarle tributo. En 546 a. C. el rey Creso de Lidia (el último monarca lidio en gobernar Jonia) fue derrotado por el rey persa Ciro, pasando desde entonces su reino y las ciudades griegas a formar parte del Imperio Persa.

Darío I, sucesor de Ciro, gobernó las ciudades griegas con tacto y procurando ser tolerante. Pero, como habían hecho sus antecesores, siguió la estrategia de dividir y vencer: apoyó el desarrollo comercial de los fenicios, que formaban parte de su imperio desde antes, y que eran rivales tradicionales de los griegos. Además, los jonios sufrieron duros golpes, como la conquista de su floreciente suburbio de Naucratis, en Egipto, la conquista de Bizancio, llave del Mar Negro, y la caída de Síbaris, uno de sus mayores mercados de tejidos y un punto de apoyo vital para el comercio.

De estas acciones se derivó un resentimiento contra el opresor persa. El ambicioso tirano de MiletoAristágoras, aprovechó este sentimiento para movilizar a las ciudades jónicas contra el Imperio Persa, en el año 499 a. C. Aristágoras pidió ayuda a las metrópolis de la Hélade, pero sólo Atenas, que envió 20 barcos (probablemente la mitad de su flota) y Eretria (en la isla de Eubea), con cinco naves, acudieron en su ayuda; no recibió ayuda de Esparta. El ejército griego se dirigió a Sardes, capital de la satrapía persa de Lidia, y la redujo a cenizas, mientras que la flota recuperaba Bizancio. Darío I, por su parte, envió un ejército que destruyó al ejército griego en Éfeso y hundió la flota helena en la batalla naval de Lade.

Tras sofocar la rebelión, los persas reconquistaron una tras otra las ciudades jonias y, después de un largo asedio, arrasaron Mileto. Murió en combate la mayor parte de la población, y los supervivientes fueron esclavizados y deportados a Mesopotamia.

 

2. Causas

-  En el 499 a.C. las ciudades jónicas (sometidas desde la época de Ciro) se sublevaron, solicitando la ayuda de la Grecia continental y Atenas acudió al llamado.

-  la cabeza de las ciudades jónicas se puso Mileto quien dirigió sus esfuerzos contra Sardes, pero a pesar de su fracaso la llama encendida del descontento jónico quedó intacto.

- Mileto como las otras ciudades fueron castigadas por los persas.

- Darío I buscó vengarse de Atenas.

 

Desarrollo de la Guerra

a. Primera Guerra Médica (490 a.C.)

Síntesis: Darío rey de los persas.; envió una expedición bajo el mando del medo Datis y Artafarnes con la colaboración de Hipias.  La flota fue destruida por un temporal, los atenienses al mando de Milciades y el afamado Calímaco vencieron al ejército persa en el año 490 a.C.  En la batalla de Maratón, la noticia llevada por Feidípides tras triunfalmente recorrer la distancia hasta Atenas inmortalizó la frase: “Vencimos atenienses”.

 

A) LOS PRECEDENTES:

Ya hemos dicho que Darío no estaba dispuesto a dejar las cosas así. Los años entre el fin de la revuelta jonia y el inicio de la primera expedición persa contra las ciudades de Atenas y Eretria (no inspiradoras pero sí aliadas, aunque indecisas, comprometidas) sirvieron para poner en orden las cosas y organizar una expedición punitiva contra Grecia.

La Jonia, foco central de la revuelta, está sometida a los persas y la revuelta no es más que un recuerdo. El aligeramiento del tributo, algunas reformas administrativas, la capacidad aqueménida de absorver en la dimensión del propio imperio diversas fuerzas y pueblos, se manifiestan también en esta ocasión hasta el punto de que personalidades jonias colaboran con el vencedor y la cultura griega de Asia penetra en el interior del Imperio Persa. La fuerza de atracción de Persia va mucho más allá en estos años, Hdt. III, 129-138, los desterrados griegos muestran su fascinación por el mundo aqueménida. De hecho, se ha observado que la Grecia de Asia llega a estar tan integrada de nuevo en el imperio persa que, después del 481, reclama de los aqueménidas contingentes militares para enviarlos contra la madre patria.

 

B) LAS EXPEDICIONES:

- 1ª EXPEDICIÓN-MARDONIO-492:

Únicamente dos años separan la primera expedición punitiva contra Grecia de la batalla de Lade y de la toma de Mileto. A la concentración, a principios del 492, de la flota y de la armada persas en Cilicia, le sigue el inicio de la expedición por tierra y por mar. La flota, al mando de Mardonio, somete Tasos y llega, a lo largo de la costa europea, hasta Acanto, cuando la armada terrestre, ya en el territorio de los brigios, sufre durante la noche graves pérdidas que debieron parecer tanto más graves si se tiene en cuenta el desastre naval de la flota, sorprendisa por una tempestad en el momento en que doblaba el Monte Atos. Las pérdidas alcanzaron cerca de la mitad de la flota, Hdt. VI, 44, 3, hecho que obligó a Mardonio a ordenar la retirada pero no desalentó a Darío sino que lo empuja a una segunda expedición.

 

- 2ª EXPEDICIÓN-DATIS Y ARTEFERNES-490:

Fue preparada con más cuidado, haciéndola, esta vez, preceder de una auténtica y adecuada campaña diplomática basada en la demanda de un acto de sumisión formal, una petición que probablemente habría evitado la auténtica expedición, y sin imponer a los griegos tributos. De hecho, no pocas ciudades griegas aceptaron las demandas persas, entre ellas una ciudad particularmente interesada en desarrollar su tráfico marítimo, Egina.

Olvidada la experiencia negativa de la 1ª expedición, toda la armada, infantería y caballería es embarcada, a las órdenes del medo Datis y del sobrino de Darío, Artafernes, con rumbo hacia Eubea y el Atica. La campaña se desarrolla para los persas bajo mejores auspicios. Naxos es sometida, Delos también, pero es respetada. Caristo, en Eubea, es tomada y destruida y también Eretria vista la inutilidad por parte de los atenienses de hacer combatir a favor de los eretrios a los 4.000 clerucos de Calcis, que de hecho se retiraron a Oropo.

Desembarcaron luego al norte de Maratón. Las tropas atenienses reforzadas por Platea (los espartanos estaban celebrando las Karneia y no podían enviar tropas inmediatamente) tomaron posición en la colina que dominaba la llanura pantanosa. Milcíades, uno de los estrategos impuso su táctica: sabiendo que los persas habían comenzado a embarcar sus caballos por la noche, adivinó su intención de desembarcar en un punto no defendido y desencadenó la ofensiva, que fue un éxito, Hdt. VI, 102-114. A continuación, la rapidez de movimiento de las tropas atenienses disuadió a los persas de intentar un nuevo desembarco en otra parte.

 

Tras el duro golpe dado a las poleis jonias, Darío I se decidió a castigar a aquellos que habían auxiliado a los rebeldes. Según la leyenda, preguntó: «¿Quién es esa gente que se llama atenienses?», y al conocer la respuesta, exclamó: «¡Oh Ormuz, dame ocasión de vengarme de los atenienses!». Después, cada vez que se sentaba a la mesa, uno de sus servidores debía decirle tres veces al oído «¡Señor, acordaos de los atenienses!». Es por esto que encargó la dirección de la represalia a su sobrino Artafernes y a un noble llamado Datis.

Mientras tanto, en Atenas algunos hombres ya veían los signos del inminente peligro. El primero de ellos fue Temístocles, elegido arconte en 493 a. C.Temístocles creía que la Hélade no tendría salvación en caso de un ataque persa, si Atenas no desarrollaba antes una poderosa marina.

De esta forma, fortificó el puerto de El Pireo, convirtiéndolo en una poderosa base naval, mas pronto surgiría un rival político que impediría el resto de sus reformas. Se trataba de Milcíades, miembro de una gran familia ateniense huida de las costas del Asia Menor. Se oponía a Temístocles porque consideraba que los griegos debían defenderse primero por tierra, esperanzado en la supremacía de las largas lanzas griegas contra los arqueros persas. Los atenienses decidieron poner en sus manos la situación, enfrentando así la invasión persa.

La flota persa se hizo a la mar en el verano de 490 a. C., dirigidos por Artafernes, conquistando las islas Cícladas y posteriormente Eubea, como represalia a su intervención en la revuelta jonia. Posteriormente, el ejército persa, comandado por Datis, desembarcó en la costa oriental del Ática, en la llanura de Maratón, lugar recomendado por Hipias (anterior tirano de Atenas, a favor de los persas desde su exilio) para ofrecer batalla, por considerarla el mejor lugar para que actuara la caballería persa.

 

Maratón (septiembre, 490 a. C.) [

Milcíades, avisado del desembarco persa, exhortó a los atenienses a hacerles frente. Perseguidos por los griegos, que mataron numerosos enemigos en fuga y lograron apoderarse de ocho naves enemigas, las cuales fueron insuficientes para cortar la retirada del grueso del ejército persa, que protegido por la reagrupación y sacrificio de algunos cientos de hombres pudo reembarcarse precipitadamente. De inmediato dio Artafernes la orden de dirigirse hacia Atenas, esperando llegar a una ciudad desguarnecida.

Las bajas persas ascendieron a más de 6.000 hombres, mientras los griegos sólo perdieron 192, incluido el polemarco Calímaco. Milcíades ordenó dirigirse de inmediato a Atenas y envió por delante a su mejor corredor-mensajero, el propio Filípides, para levantar la moral combativa de la ciudad. Filípides dio la sensacional noticia de la victoria y cayó muerto por el esfuerzo, según la tradición, aunque algunos autores apuntan que fue por consecuencia de las heridas recibidas en el combate. Las tropas llegaron horas después, a marcha forzada, y se fortificaron en el Pireo y la propia Atenas. Ante el evidente despliegue defensivo de los griegos y la desmoralización de las multitudinarias tropas persas, Artafernes no se decidió a desembarcar y dirigió las naves hacia el Asia Menor.

Tres días después de la batalla, los espartanos mandaron 300 hombres al mando de uno de sus generales, pero en la llanura de Maratón sólo yacían los restos de los caídos de ambos bandos, pues los atenienses, en la precipitación de su retorno a su ciudad, no habían tenido tiempo de sepultar a sus hombres.

La derrota de los iranios se debió a dos factores fundamentales. Uno era la organización estratégica persa, que hacía combatir a sus hombres agrupados por nacionalidades, no por armas, lo que debilitaba militarmente a sus fuerzas pero era necesario para mantener la disciplina en un ejército que combatía en su mayor parte (con la excepción de medos y persas propiamente dichos) para un monarca invasor de su propio país, invadiendo otro país extraño. El segundo y no menos importante, consistía en que los griegos, al contrario de sus enemigos, estaban animados por un patriotismo muy poco conocido en aquella época, alimentado sobre todo por los logros políticos de la democracia ateniense, hija de las reformas de Clístenes, que hacía de los ciudadanos de Atenas hombres especialmente libres y con derechos políticos, en comparación con los súbditos de otras naciones organizadas, regidas casi todas por déspotas absolutos.

 

Temístocles retoma el mando en Atenas 

El victorioso Milcíades quiso aprovechar el momento de gloria para expandir el poder de Atenas en el Mar Egeo, por lo que poco después de Maratón envió una parte de la flota contra las islas Cícladas, sometidas todavía a los persas. Atacó la isla de Paros, exigiendo a sus habitantes un tributo de 100talentos, y al negarse la ciudad le puso sitio, pero la defensa fue tan ardua que los griegos tuvieron que contentarse con unos pocos saqueos. Este pobre resultado empezó a desilusionar a los atenienses con respecto a Milcíades, llegando a verle incluso como un tirano que despreciaba las leyes.

Los enemigos de Milcíades le acusaron de haber engañado al pueblo y le sometieron a proceso, en el que no se pudo defender por haber sido herido en un accidente y estar postrado en una camilla. Se le declaró culpable, salvando la pena capital común en estos casos por los servicios prestados antes a la patria, condenándole a pagar la elevada suma de 50 talentos. Poco después moriría a causa de sus heridas. Sería ahora Temístocles quien tomaría las riendas de Atenas.

En el año 481 a. C., los representantes de diferentes poleis, encabezadas por Atenas y Esparta, firmaron un pacto militar (symmaquia) para protegerse de un posible ataque del Imperio aqueménida . Según este pacto, en caso de invasión correspondería a Esparta la tarea de dirigir el ejército helénico. Su resultado fue una tregua general, que incluso propició el regreso de algunos desterrados.

 

C) EL SIGNIFICADO DE LA VICTORIA EN MARATÓN:

La victoria ateniense en Maratón, desde el punto de vista persa, para el que no tenemos información escrita directa, seguramente no fue más que un desembarco fracasado en una expedición que había logrado gran parte de sus objetivos. Pero para los griegos, sobre todo para los atenienses, que alcanzaron el éxito sin la ayuda de otros, será siempre el acontecimiento más memorable.

Maratón era una victoria nacional sobre un enemigo temible. Como tal, era el orgullo de todo ateniense, más, siendo Milcíades un rico aristócrata, la batalla se celebraba con la satisfacción de algo propio en los círculos que sostenían sus puntos de vista. En los años posteriores los atenienses que no compartían la idea de una democracia integral añoraban la batalla como una edad de oro. Maratón era un mito nacional sin ser un mito democrático, era el triunfo de la vieja Atenas, de su infantería, todavía no el triunfo de su marina.

El haber luchado en Maratón era la cumbre de la búsqueda del honor por un hombre. Así los muertos fueron enterrados en un único túmulo, que aún se eleva en el campo de batalla, y el aniversario de la lucha se celebraba con un sacrificio de 300 cabras a Artemis. En el 425 Aristófanes en Las Nubes caracteriza a uno de sus audaces aldeanos no como uno de los combatientes, de manera genérica, en las Guerras Médicas sino como uno de los "de Maratón".

 

B. SEGUNDA GUERRA MÉDICA (480 A.C.)

Síntesis: El sucesor de Darío I llamado Jerjes se preparó para una nueva guerra contra los griegos, paralelamente Atenas también lo hizo. Hacia el invierno de los años 481 y 480 a.C. todos los preparativos estaban terminados y la terrible amenaza de una nueva invasión persa se cernía sobre Grecia. Los espartanos por su parte, comprendían que podían perder su independencia. Dada la situación lo único posible era cerrar pacto defensivo con Atenas y aún así, era necesario formar una alianza más poderosa para lograr una garantía suficiente. Esparta tomó a su cargo los comandos supremos de las fuerzas de mar y tierra de esta agrupación panhelénica. En el desfiladero de Termópilas portón de acceso a la Grecia central, se produjo el primer choque: trescientos espartanos mandados por su rey Leonidas resistieron durante cuatro días a millares de soldados de

Jerjes, se dejaron matar antes que ceder. Una traición había permitido que los atacaran por la espalda.

La tradición del valor y heroísmo de los lacedomonios quedó sentenciado para siempre en la inscripción “Viajero tú que vas a Esparta, dile a nuestros hermanos que obedientes a sus leyes, aquí yacemos”.

Los persas destruyeron Atenas, pero luego los griegos los vencieron en el combate de Salamina (480 a.C.) complementando con las acciones navales de Platea y Micala.

 

DESARROLLO DE LA SEGUNDA GUERRA MÉDICA

 

«Tendréis toda la tierra y el agua que queráis» 

Tras la muerte de Darío, su hijo Jerjes subió al poder, ocupándose los primeros años de su reinado en reprimir revueltas en Egipto y Babilonia, y preparándose a continuación para atacar a los griegos. Antes había enviado a Grecia embajadores a todas las ciudades para pedirles tierra y agua, símbolos de sumisión. Muchas islas y ciudades aceptaron, pero no Atenas y Esparta. Se cuenta que los espartanos, al igual que sucedió en Atenas, ignorando la inmunidad diplomática, respondieron a los embajadores: «Tendréis toda la tierra y el agua que queráis», y los tomaron y arrojaron a un pozo. Era una declaración de intenciones hostiles definitiva.

Sin embargo, en Esparta se empezaron a dar augurios nefastos, causados por la ira de los dioses debido a este acto de insolencia. Se llamó a los ciudadanos espartanos para solicitar si alguno de ellos era capaz de sacrificarse para satisfacer a los dioses y aplacar su ira. Dos ricos espartanos ofrecieron entregarse al rey persa, y se encaminaron hacia Susa, donde los recibió Jerjes, quien les obligó a postrarse ante él. Sin embargo, los emisarios espartanos se resistieron, y le respondieron: «Rey de los medos, los lacedemonios nos han enviado para que puedas vengar en nosotros la muerte dada a tus embajadores en Esparta». Jerjes les respondió que no iba a hacerse reo del mismo crimen, ni creía que con su muerte los liberaría de la deshonra.

 

LAS TERMÓPILAS 

 Leónidas en las Termópilas.

El poderoso ejército de Jerjes, que se estima en alrededor de 500.000 hombres (sin embargo, se considera hoy en día que la logística de la época sólo podría haber alcanzado para unos 250.000), mejor equipados que aquellos bajo el mando de Darío, partió el 480 a. C.

Llevaban en la cabeza una especie de sombrero llamado tiara, de fieltro de lana; alrededor del cuerpo, túnicas de mangas guarnecidas a manera de escamas; cubrían sus piernas con una especie de pantalón largo; en vez de escudos de metal portaban escudos de mimbre; tienen lanzas cortas, arcos grandes, flechas de caña de aljabas y puñales pendiendo de la cintura.

(Plutarco)

El Estado Mayor de Jerjes estaba compuesto por seis miembros, muchos de ellos parientes cercanos del rey: MardonioTritantacmesEsmerdomenes,MasistesGergis y Megabizo.

Para cruzar el Helesponto, en un pasaje de Heródoto se nos cuenta cómo se construyó un imponente puente de barcas por el cual el ejército de Jerjes debía atravesar el mar, pero una tormenta lo destruyó, y Jerjes culpó al mar ordenando a sus torturadores que dieran mil latigazos como castigo a las aguas.

Finalmente cruzó el mar y siguiendo la ruta de la costa se adentró en la península. Paralelamente, la flota avanzaba bordeando la costa, para lo cual se construyó también un canal para evitar el tempestuoso cabo del Monte Athos. Las tropas helenas, que conocían estos movimientos, decidieron detenerlos el máximo tiempo posible en el desfiladero de las Termópilas (que significa «Puertas Calientes»). Al menos el tiempo suficiente para asegurar la defensa de Grecia en el istmo de Corinto.

En este lugar, el rey espartano Leónidas I situó a unos 300 soldados espartanos y 1000 más de otras regiones. Jerjes le envió un mensaje exhortándoles a entregar las armas, a lo que respondieron: «Ven a tomarlas». Tras cinco días de espera, y viendo que su superioridad numérica no hacía huir al enemigo, los persas atacaron.

El ejército griego se basaba en el núcleo de la infantería pesada de los hoplitas, soldados de infantería con un gran escudo (hoplon, de ahí su nombre), una lanza, coraza y cnémidas de protección. Formaban en falange, presentando un muro de bronce y hierro con el objetivo de detener a los enemigos en la lucha cuerpo a cuerpo.

Las técnicas persas se basaban en una infantería ligera, sin corazas y con armas arrojadizas principalmente, además de la famosa caballería de arqueros y carros. El único cuerpo de élite persa eran los llamados «Inmortales», soldados de infantería pesada que constituían la guardia personal del rey persa.

Sin embargo, en aquel desfiladero tan estrecho los persas no podían usar su famosa caballería, y su superioridad numérica quedaba bloqueada, pues sus lanzas eran más cortas que las griegas. La estrechez del paso les hacía combatir con similar número de efectivos en cada oleada persa, por lo que no les quedó más opción que replegarse después de dos días de batalla.

Pero ocurrió que un traidor, llamado Efialtes, condujo a Jerjes a través de los bosques para llegar por la retaguardia a la salida de las Termópilas.

La protección del camino había sido encomendada a 1.000 focidios, que tenían excelentes posiciones defensivas, pero éstos se acobardaron ante el avance persa y huyeron. Al conocer la noticia, algunos griegos hicieron ver lo inútil de su situación para evitar una matanza, decidiendo entonces Leónidas dejar partir a los que quisieran marcharse, quedándose él, su ejército de 300 espartanos y 700 hoplitas de Tespias, firmes en sus puestos.

Atacados por el frente y la espalda, los espartanos y los tespias sucumbieron después de haber aniquilado a 10.000 persas. Posteriormente se levantaría en ese lugar una inscripción (Heródoto VII 228):

.

«Extranjero, informa a los espartanos que aquí yacemos obedeciendo a sus preceptos».

Una nota sobre la traducción: ya sea de forma poética o interpretada el texto no debería leerse en tono imperativo sino como una petición de ayuda parte de un saludo para un visitante. Lo que se busca en la petición es que el visitante, una vez deje el lugar, vaya y les anuncie a los espartanos que los muertos siguen aún en las Termópilas, manteniéndose fieles hasta el fin, de acuerdo a las órdenes de su rey y su gente. No les importaba a los guerreros espartanos morir, o que sus conciudadanos supieran que habían muerto. Al contrario, el tono usado es que hasta su muerte se mantuvieron fieles. Se puede traducir de muchas formas, usando «Lacedemonia» en vez de «Esparta», sacrificando comprensión por literalidad.

 

Salamina 

 

Temístocles.

Con el paso de las Termópilas franco, toda la Grecia central estaba a los pies del rey persa. Tras la derrota de Leónidas, la flota griega abandonó sus posiciones en Eubea y evacuó Atenas, buscando refugio para las mujeres y los niños en las cercanías de la isla de Salamina. Desde ese lugar presenciaron el saqueo e incendio de la Acrópolis por las tropas dirigidas por Mardonio.

A pesar de ello, Temístocles aún tenía un plan: atraer a la flota persa y entablar batalla en Salamina, con una estrategia que lograría vencerles. Se cuenta lque Temístocles envió a su esclavo Sicino (o el eunuco Arnaces, según la fuente), haciéndose pasar por traidor ante el rey de Persia, contándole que parte de laarmada griega escaparía de noche, incitando de este modo a Jerjes para que dividiera su flota enviando parte de ella a cerrar el canal por el otro lado, pero no está comprobado.

Lo cierto es que Jerjes decidió entablar combate naval, utilizando un gran número de barcos, muchos de ellos de sus súbditos fenicios. Sin embargo, la flota persa no tenía coordinación al atacar, mientras que los griegos tenían perfilada su estrategia: sus alas envolverían a los navíos persas y los empujarían unos contra otros para privarlos de movimiento. Su plan resultó, y el caos cundió entre la flota persa, con nefasto resultado: sus barcos se obstaculizaron y chocaron entre sí, yéndose a pique muchos de ellos, y contando además con que los persas no eran buenos nadadores, mientras que los griegos al caer al mar podían nadar hasta la playa. La noche puso fin al combate, tras el cual se retiró destruida la otrora poderosa armada persa. Jerjes presenció impotente la batalla, desde lo alto de una colina.

Los helenos sabían que cuando llega la hora del combate, ni el número ni la majestad de los barcos ni los gritos de guerra de los bárbaros pueden atemorizar a los hombres que saben defenderse cuerpo a cuerpo, y tienen el valor de atacar al enemigo.

(Plutarco)

 

Fin de la Segunda Guerra Médica 

Temístocles quiso llevar la guerra a Asia Menor, enviar allí la flota y sublevar las colonias jónicas contra el rey de Persia, pero Esparta se opuso, por el temor de dejar desprotegido el Peloponeso.

La guerra continuó al volver el ejército persa para invadir el Ática en el 479 a. C. comandado por Mardonio bajo las órdenes de Jerjes I. Mardonio ofreció la libertad a los griegos si firmaban la paz, pero el único miembro del consejo de Atenas que votó a favor fue condenado a muerte por sus compañeros. De esta forma, los atenienses hubieron de buscar refugio nuevamente en Salamina, y su ciudad fue incendiada por segunda vez.

Al enterarse de que el ejército espartano (increpado con amenazas por los atenienses para que les prestaran ayuda) se dirigía contra ellos, los persas se retiraron hacia el Oeste, hasta Platea. Dirigidos por su regente Pausanias, conocido por su sangre fría, los espartanos, junto a los atenienses y los demás aliados griegos lograron otra estruendosa victoria sobre los persas, capturando de paso un gran botín que les estaba esperando en el campamento persa. Además de la victoria en Platea, ocurrió poco tiempo después el hundimiento de la flota persa en Mícala, que fue además la señal para el levantamiento de los jonios contra sus opresores. Los persas se retiraron de Grecia, poniendo así fin a los sueños de Jerjes I de conquistar el mundo helénico.

 

Pentecontecia 

Aparece la llamada Pentecontecia, término usado para referirnos al período de la historia de Grecia desde la derrota de los persas en la segunda guerra médica en Platea, al inicio de la Guerra del Peloponeso, concretamente la Guerra arquidámica, en 432 a. C.

Fue un conflicto que enfrentó a las ciudades de la Liga del Peloponeso, encabezadas por Esparta, a las de la Liga de Delos, encabezadas por Atenas, y el comienzo de la tercera guerra médica en el471 a. C.

 

C. TERCERA GUERRA MÉDICA (449 A.C.)

 

A pesar de sus triunfos, a los griegos les quedaba todavía recuperar el archipiélago y asegurarse el dominio de los estrechos. Las ciudades que quisieron continuar el combate formaron una nueva y poderosa confederación: La liga de Delos, que confió a Atenas el mando de sus ejércitos. En Persia ocupaba el trono Artajerjes que preparó nuevamente un inmenso ejército.

Las hostilidades duraron hasta el año 449 a.C. fecha en que fue firmada “La Paz de Cimón o Calais”.

Arístides, gran político ateniense, hizo formar una confederación griega en la isla de Delos.  Cimón derrotó decisivamente a los per La Tercera Guerra Médica 

 

Durante esta época los atenienses y los espartanos fundan la Liga Ático-Délica en memoria de la symmaquia, que tendría como principal objetivo el proteger a Atenas y las colonias jonias del Asia Menor. Esta liga estaría totalmente comandada por Atenas, llevando así las directrices en todos los aspectos posibles, por lo que de esta manera se convierte en el mayor pueblo de Grecia política, económica, social, cultural y militarmente, sobrepasando a la propia Esparta.

En este momento Temístocles es mal reconocido por el pueblo ateniense y es exiliado, de modo que huye a las fronteras del Imperio Aqueménida, y allí se pone bajo el mando del nuevo soberano persa, Artajerjes I, que junto a sus influencias y el acérrimo odio que ambos sentían por la cultura griega, se decide avanzar hacia las costas griegas para someterla definitivamente bajo el dominio persa.

Cimón, hijo de Milcíades, enterado de las intenciones de Artajerjes I, avanza hasta la actual Turquía y derrota al ejército persa en la batalla del río Eurimedonte en el 465 a. C.

Tras esta gran victoria, Cimón decide que se debe de nuevo promulgar la amistad y paz con el pueblo espartano, pero los atenienses no consideran esa opción de igual manera y los destierran por orden de Efialtes, cuyo mandato no duró mucho y fue sucedido por Pericles, que dominó Atenas durante casi todo el siglo V a. C. Pericles continua la guerra contra Persia, en la que destacan dos decisiones que realizó, la primera la de solicitar a Cimón] su vuelta del destierro y la segunda, la firma de un tratado de paz con Artajerjes I, el cual lo acepta, llamado Paz de Cimón en el 448 a. C. que estipula ciertas condiciones para ambos pueblos y que es presidido por éste, razón por la que fue mandado de vuelta del exilio, aunque realmente demostrado que fue presidido por Calias, ya que en el año del tratado, Cimón ya había muerto, por lo que se piensa fue realizado en su honor y recuerdo.

Las guerras médicas llegan a su fin mediante las condiciones impuestas por los griegos a los persas, a saber:

Obligación a los persas de desistir definitivamente en su conquista y expansión a Grecia.

No volver a navegar por el mar Egeo

Se les permite comerciar con las colonias griegas de Asia Menor.

sas (año 429 a.C.).

 

4. CONSECUENCIAS

- Atenas se convirtió en la primera potencia y foco cultural de Grecia-  Hegemonía ateniense

- Empezó la “Helenización” de Europa al norte de África hasta el punjab (India)

-  Decaimiento del Imperio Persa

LOS EFECTOS DE LAS GUERRAS MÉDICAS PARA SUS VENCEDORES:

A) ATENAS:

Salió del conflicto con un enorme refuerzo debido a:

- su contribución a la defensa del Hellenikón al apoyar a los rebeldes jonios.

- su contribución esencial, en el seno de la confederación defensiva griega liderada por Esparta, sobre todo al optar por hacer frente a Jerjes por mar, pese a que Esparta prefería una lucha terrestre.

- su contribución, consecuentemente, al mayor éxito: Salamina. Pese a que Platea se celebra como la batalla de la liberación por lo que se instituyeron los Eleuthéria.

Además de este prestigio le comportó profundos cambios en política interior: el peso de las masas populares y el triunfo de la marina señalaba la victoria de la línea de Clístenes y preparaba aquélla que sería la política ateniense hasta la Guerra del Peloponeso, a saber: la ciudad que había hecho frente al enemigo apoyándose en un nuevo elemento, la flota, debía interpretar la política de un modo también nuevo, es decir, debía lanzar las bases de una confederación que por primera vez en la historia griega se definía como ofensiva con vistas a la liberación de las ciudades asiáticas y la continuación de un conflicto que ningún tratado había concluído.

Pero es también toda la vida económica y social ateniense la que sale renovada:

- Se reemprende la explotación de Laurión.

- Se renueva la ciudad conectándola con el Pireo.

- Se emprende una política de aprovisionamiento de grano. El comercio de grano potencia la exportación de plata o productos artesanales.

- Se abandona progresivamente el campo, pues Atenas, ciudad artesanal y con un puerto muy activo, se convierte en fuente de energía. Se transforma en una ciudad de artesanos y comerciantes.

- Se modifica, en consecuencia, la población ateniense: los metecos son cada vez más numerosos y más importantes al unirse al progreso económico de Atenas.

 

B) ESPARTA:

Salió de la 1ª Guerra Médica sin pena ni gloria, de la 2ª todavía indemne respecto a Atenas, pero con una gloria ciertamente inferior a la ateniense.

La suerte de Atenas tras las Guerras Médicas se construyó, en gran parte, gracias a la reluctancia espartana a cambiar de política, lo que ni la gran personalidad de Pausanias logró hacer.

 

C) LAS OTRAS CIUDADES:

No pudieron elegir libremente sino en la medida en que la inmediata formación de la Liga Delio-Ática rompía la solidaridad creada en torno al Istmo y abría en Grecia dos formaciones destinadas a enfrentarse hasta el fin de la Guerra del Peloponeso.

Económicamente, a pesar de que después del 480 se advierte en toda Grecia y no sólo en el Atica un resurgimiento de las actividades sea a nivel de producción sea a nivel de acuñación e intercambios,

Las ciudades asiáticas, aunque se adhirieron paulatinamente a la Liga Delio-Ática, sobre todo tras la batalla del Eurimedón, no vieron nunca más renacer aquella situación privilegiada de la que habían gozado bajo la dominación lidia y permanecieron relegados en los límites de un área con la que no estuvieron en condiciones de hacer de mediadoras de su economía en el marco del mercado común ateniense, un mercado que permitió la recuperación, principalmente, a las ciudades con recursos naturales.

Concluyendo, las Guerras Médicas, desde la perspectiva persa, debieron considerarse como un fracaso de su política expansiva en los territorios periféricos, de tipo semejante al que se dio en otras zonas del imperio. Para los griegos, buena parte de los cuales se habían sometido a los persas sin luchas, la invasión persa y posterior derrota persa constituyó un éxito con resonancias importantes en la esfera ideológica, pero escasas, como acontecimientos puntuales, en las esferas económica, social y política, excepción hecha de Atenas. Hemos constatado esta última afirmación, ciñámonos ahora a la que atañe al terreno ideológico.

 

LA TRASCENDENCIA DE LAS GUERRAS MÉDICAS EN EL ÁMBITO IDEOLÓGICO:

A) RELIGIÓN:

- Nos encontramos con dioses colaboradores en la victoria: Pan, Iaco, Bóreas participan directamente en los esfuerzos bélicos.

- La conexión entre algunos cultos religiosos y las Guerras Médicas fue importante en los siglos V-IV: en la celebración de los Misterios de Eleusis se excluía a todos los bárbaros,  a causa de los sacrilegios cometidos por Jerjes y Mardonio.

- Es Atenea la divinidad vencedora, así Arístides le erige el Templo de Arenea Area en Platea como consagración de la victoria.

- Atenas supo explotar la decadencia de Delfos, pues a Atenas y sus aliados les corresponde crear ex novo , frente al soberano persa, la más sentida y panhelénica de las anfictionías, reemplazando al santuarios de Delfos en una función que Atenas hará suya y transferirá muy pronto a su liga.

 

B) ARTE:

El triunfo sobre Persia determinó un nuevo clima cultural en Grecia que se advierte incluso en las manifestaciones artísticas figurativas: el tema del guerrero persa se adopta en la cerámica griega, pero es sobre todo el tipo del bárbaro vencido lo que inspira la escultura griega.

Un relato de Licurgo muestra la atención que dedicaba el público ateniense, formado aún por protagonistas de aquellas batallas, a todo lo que tenía que ver con ellas: las quejas de los atenienses a Micón por haber presentado a los persas más grandes que a los atenienses.

 

C) TRADICIÓN ÉTICA Y CULTURAL:

Las Guerras Médicas fueron para los griegos una gran ocasión de replantearse toda una tradición ética y cultural, puesta a prueba por el mismo conflicto: el contacto con un ejército compuesto por gentes que representaban a toda Asia bajo el dominio aqueménida, les da a conocer costumbres, técnicas de combate, rituales y usanzas sobre las que Heródoto traza un cuadro de gran colorido; además amplian su horizonte geográfico.

 

D) LITERATURA:

S. V:

La actitud de los que han considerado las Guerras Médicas como el triunfo de la libertad sobre el despotismo, de Europa sobre Asia, se inició con Los Persas de Esquilo, 472 a.C., y ha continuado hasta nuestros días en la obra de muchos historiadores deseosos de exaltar el gran triunfo de la cuna de la civilización occidental, por ejemplo nuestro Nenci.

A lo largo de todo este siglo el recuerdo de las Guerras Médicas permanece muy vivo y la política ateniense, hasta que no tuvo como objetivo Esparta, contribuyó a alimentar este recuerdo: honores a los caídos, dedicatorias, celebraciones de aniversarios de batallas...

S. IV:

La suerte de las Guerras Médicas de vio favorecida por la decadencia de Atenas y la búsqueda del prestigio pasado capaz de devolver la esperanza en el resurgimiento de la ciudad.

De hecho, en el Epitafio de Lisias por los caídos en la Guerra de Corinto, las Guerras Médicas adquirieron tonos cada vez más épicos: la expedición persa se convierte en una expedición contra Europa y Atenas es el objetivo principal de los persas, no por participar en la revuelta jonia, sino ante la certeza de que, vencida Atenas, cualquier otra ciudad griega caería.

Gran resonancia continuaron teniendo las Guerras Médicas en Isócretes, en el Panegírico y en el Panatenaico , para él los griegos no adularon al bárbaro porque ayudara a esta o a aquella ciudad a dominar a los griegos, sino que todas juntas combatieron.

No menos interesante para la suerte de las Guerras Médicas en el pensamiento griego de los siglos siguientes y su interpretación son las páginas de Platón en GorgiasMenónMenexeno y, sobre todo, Las Leyes : confirma el aspecto primitivo de las expediciones persas a Grecia, en especial la de Darío.

En la segunda mitad del siglo IV el interés por las Guerras Médicas se reanudará al relacionarlo con la expedición de Alejandro a Asia que toda la tradición historiográfica presentó como la continuación de las Guerras Médicas y la venganza de la agresión persa a Grecia en el 480 a.C..

Desde el punto de vista historiográfico lo más interesante sin duda es que Grecia, unida (si prescindimos de neutrales y medizantes) durante el conflicto que nos ocupa, saldrá de él más dividido que nunca en dos grandes bloques que insisten en las diferencias entre Esparta y Atenas. Este hecho desembocará, con un intervalo de cincuenta años, en la Guerra del Peloponeso.

 


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